Se está creando un tópico alrededor de la poesía improvisada en el ámbito de la lengua castellana, impulsado por los investigadores de la literatura oral en las universidades, que consiste en sorprenderse cuando descubren que la improvisación existe. Inmediatamente reaccionan apuntando que no está suficientemente estudiada.
Sí es cierto que está faltando una decidida apuesta para poner en valor todo el conjunto de la poesía improvisada a nivel Iberoamericano, aunque por ahora no faltan los intentos como la creación de centros especializados o que la UNESCO la declare Patrimonio de la Humanidad.
Pero también es verdad que todas las zonas de los países donde se manifiesta la improvisación han generado ya de por sí suficiente documentación como para asegurar un feliz acercamiento a cualquier persona que se interese por ella.
De cualquier forma, existen dos estupendos argumentos que, tal vez, puedan hacer más difícil el estudio de la poesía improvisada:
1- Que es un fenómeno cultural que está vivo.
2- Que su estudio ha de ser realizado en equipo: Poesía, canto, música, acción y comunicación.
Ahora mismo, a principios del siglo XXI, la poesía improvisada en castellano vive una situación muy curiosa. Por una parte, su presencia y su influencia es casi mínima en cada de las zonas y países donde ha surgido, pero, por otra, como carácter común a la lengua castellana está viviendo un auge, un estado de madurez, espectacular.
Es decir, la poesía improvisada, que hasta ahora era una característica de pequeñas comunidades aisladas y sin relación entre ellas, está pasando a ser uno de los iconos que define lo iberoamericano.
En este marco específico es donde nace el festival Juglares del Mundo, como un natural hijo de su época. Tiene en común con los demás festivales de poesía improvisada el hecho de reunir el mayor número posible de improvisadores de distintos países.
Pero la conexión principal con nuestra época le llega a Juglares del Mundo porque, además, es un festival itinerante que en cada edición celebra sesiones en distintos países.
Así en sus dos primeras ediciones, 2005 y 2006, Juglares del Mundo ha ofrecido actuaciones en Argentina, Uruguay y Brasil. Y tal como lo hace cualquier improvisador actual, los artistas de Juglares han actuado tanto en plazas de pequeños y grandes pueblos como en importantes teatros.
Juglares del Mundo, como festival, es la viva personificación del improvisador mismo, es un latido poético colectivo que se expande con el verso improvisado. Es un festival de poesía improvisada viva que, además, ofrece música de auténtica raíz, como hasta ahora se ha mostrado el romance, la tradición mapuche o el flamenco.
El trovo de Almería está siendo justamente valorado, tanto en Juglares como en esta época de madurez en la poesía improvisada, tanto por ser una de las raíces de este arte de la improvisación en castellano, como por la calidad de los trovadores.
Los trovadores “Candiota”, Megías, Sevilla y Barranquito, y los músicos Paco Fernández Real y Enrique Durán, que han sido la representación almeriense en las dos ediciones de Juglares, han estado de forma natural a la altura de los demás participantes, compartiendo arte y siendo aclamados, gracias al esfuerzo del Ayuntamiento de Vícar, que es la única institución de Almería y Granada que está apoyando al trovo de forma integral y continuada.
A modo de anécdota que nos hace reflexionar, uno de estos trovadores almerienses que ha participado en Juglares me comentaba en el avión de regreso a España que había tenido que recorrer medio mundo para trovar en el escenario de un teatro, cosa que nunca ha hecho en el teatro de su ciudad ni en ningún otro de Almería a pesar de que lleva casi 40 años trovando.
miércoles, 18 de julio de 2007
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